Prólogo a la reedición del libro: Aspectos del desarrollo económico y social de Guatemala a la luz de fuentes históricas alemanas 1868-1885, de Julio Castellanos Cambranes. Guatemala, FLACSO, 2007.

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“Desarrollo económico y social de Guatemala (1868-1885)”:  una fuente secundaria para comprender el proyecto liberal de 1871 

José Edgardo Cal Montoya[i]  

El proceso histórico de toma de contacto de América Latina con el contradictorio legado de la modernidad occidental[ii] tanto en las relaciones económicas, como en sus ideas políticas y sociales con sus subsecuentes formas de gobierno, lo encontramos en el siglo XIX.[iii]  Esta toma de contacto se concretiza en el proyecto ideológico liberal.   En su primera fase de desarrollo, dicho proyecto se estructuró y ejecutó en contraposición al orden colonial.  Posteriormente, su incursión estará adscrita al proceso de inserción de las jóvenes naciones latinoamericanas a la creciente expansión de la economía-mundo capitalista del siglo XIX basada –en términos generales- en el modelo agroexportador.  La incorporación de Guatemala a este nuevo marco económico y político se efectuó a partir de 1871 por medio de la caficultura:   la organización de su actividad económica y política estaría supeditada a las pautaciones y tendencias de un mercado exterior que demandaba el café como el producto con mayores posibilidades de exportación al generalizarse su consumo en Europa.  Para llevar a cabo este proceso, se requería de la mediación de un Estado nacional que llevara a cabo importantes transformaciones económicas, políticas y culturales dentro de un país en el que pervivían los privilegios estamentales de las élites herederas del poder colonial: élites, que con el apoyo y legitimación social y moral de la Iglesia Católica, dirigían y sostenían “el régimen de los treinta años”; el cual les aseguraba su vida parasitaria de señores de la tierra, de usureros y burócratas con ingresos permanentes provenientes de la explotación de trabajadores rurales, la especulación mercantil y financiera, las alcabalas y los monopolios estatales.[iv]           

El desmedido afán de enriquecimiento de una élite emergente de propietarios medios rurales mestizos que no había tenido acceso a la ampliación de su propiedad y a mayores cuotas de participación del poder institucional del Estado durante el régimen conservador, posibilitó la puesta en marcha de un proceso de reforma estatal referido a un modelo económico basado en el pillaje de la propiedad de la Iglesia, y, sobre todo, de la propiedad comunal rural de los indígenas para así utilizarlos como mano de obra semi-gratuita que posibilitara el desarrollo del nuevo cultivo de manera intensiva y racional.  La Constitución de 1879 sentaría la legitimidad de todos sus procedimientos.[v]  La incursión de esta élite emergente en la vida económica, política y social del país, quedó reforzada con el impulso que se dio a la inmigración extranjera –principalmente alemana-,  tanto para asegurar el acceso del producto al mercado mundial por medio de los puertos de Dresden y Hamburgo, como para generar un proceso de dilución étnica que suprimiera el elemento indígena del imaginario cultural nacional en razón de constituirse en un atraso manifiesto para el progreso material del país.[vi]  El Estado autoritario fue en definitiva la estructura sobre la que se organizó, ejecutó y consolidó el proyecto de modernización cafetalera de la República de Guatemala, teniendo como principal función la distribución y control de la mano de obra, aplicando métodos represivos cuando fuere necesario.  Por estas y otras características particulares, la Reforma Liberal es un período histórico complejo y difícil de comprender aún en la actualidad de Guatemala, sobre todo, porque la modernidad liberal postuló –bajo el signo de la dictadura- la amalgama y unidad de la nacionalidad a partir de la negación de los grupos indígenas, una visión que no sólo escamoteaba al país de sus raíces más valiosas, sino que creaba una situación de permanente conflicto étnico que se constituyó en uno de los problemas centrales de la comprensión actual de nuestra identidad societaria, política y cultural.   Por ello, la Historia de Guatemala es también una Historia de traumas que debe ser escrita no sólo en aras del conocimiento académico, sino para conocer a profundidad las condiciones y circunstancias en que surge y evoluciona el conflicto étnico y social cuyas consecuencias experimentamos en la actualidad a partir de las enormes dificultades que ha implicado el proceso de reconstrucción de nuestra cultura democrática después de un cruento conflicto armado interno de más de treinta y seis años de duración.[vii]           

Una contribución fundamental a este esfuerzo por conocer críticamente nuestra Historia es el libro del Prof. Dr. Julio Castellanos Cambranes:  “Desarrollo económico y social de Guatemala, 1868-85”, con el que me tropecé cuando realizaba la investigación de mi disertación doctoral y que, posteriormente, dejé arrinconado en mi biblioteca personal sin saber que en él se encontraba valiosísima información testimonial sobre la situación económica, social y política de Guatemala durante el régimen liberal de 1871 que muy pronto llegaría a transformar radicalmente mis supuestamente consistentes hipótesis de trabajo.   El proceso mismo de la investigación, que implica un ordenamiento puntual de los materiales recopilados, me condujo nuevamente a encontrarme con este libro cuando había llegado a concluir que dentro de la bibliografía relativa a crónicas de viaje o informes personales de visitantes extranjeros a Guatemala durante el siglo XIX, no contaba con ninguno que reseñara el período liberal de manera más detallada y extensa, a excepción del relato de Helen Sanborn.[viii]  Reconociendo que había hecho una lectura ligera del libro del Dr. Castellanos Cambranes, me detuve una fría tarde de noviembre del año 2005 a revisar su contenido con detenimiento, percatándome de cuán equivocado estaba al encontrar en sus páginas una minuciosa recopilación de informes que el botánico suizo Gustav Bernouilli, los comerciantes alemanes Augener y Doeding, los diplomáticos del imperio alemán Erckert y Von Bergen, el viajero austriaco Von Scherzer y el médico suizo Otto Stoll; habían elaborado sobre la situación general de Guatemala precisamente durante el declive del régimen conservador y todo el período de gobierno de Justo Rufino Barrios.[ix]   Al seguirlo analizando con mayor cuidado,  pude darme cuenta no sólo del gran valor histórico de la información testimonial completamente inédita minuciosamente recopilada por el Dr. Castellanos Cambranes bajo criterios cronológicos y temáticos; sino también de su narración extraordinariamente detallada que al venir de observadores externos, enriquecía decisivamente los conocimientos existentes sobre uno de los períodos más influyentes de nuestra Historia moderna y contemporánea.  En términos breves, toda una fuente secundaria que enriqueció muy significativamente mi trabajo de investigación[x] y que siguió despertando mi sorpresa al verla poco citada en el conjunto de trabajos que dentro de nuestra historiografía se refieren al régimen liberal.[xi]         

   Estas constataciones fueron motivo de una larga conversación con el Prof. Castellanos Cambranes, quien me comentó que este libro tuvo un tiraje y distribución bastante limitada:   únicamente 300 ejemplares.  De hecho, son pocos los volúmenes que hoy pueden localizarse en las bibliotecas que contienen colecciones de Historia sitas en nuestro país.[xii]          

La limitada divulgación que ha tenido un estudio de tanta relevancia para el  conocimiento del régimen liberal de 1871, me llevó a plantear la posibilidad de reimprimirlo perentoriamente para no dejar en el olvido una investigación de tanta valía para la historiografía nacional y de cuya riqueza se verían privadas tanto las futuras generaciones de historiadores guatemaltecos al ser una fuente de consulta ineludible, como todos aquellos lectores interesados en el conocimiento y estudio de la Historia de nuestro país.   Interés que, al parecer, va reactivándose a pesar de los sostenidos esfuerzos de algunos intelectuales diletantes asidos a los intereses de las élites económicas y políticas de hoy, las que se empeñan por relegar del debate nacional actual ese conocimiento histórico que socava las fuentes de legitimación de su dominio y privilegios al aportar esas perdurables y duras evidencias que provienen de su irrestricta búsqueda del rigor y la verdad.         

Tuvimos en el Postgrado Centroamericano de Ciencias Sociales de FLACSO un espacio privilegiado de recepción a esta inquietud, la que se hace realidad con la reimpresión de este libro publicado originalmente en 1975 con una edición ahora mucho más cuidada gracias al diligente trabajo de su coordinador editorial, el Lic. Hugo de León, a quien le deberemos sin duda su agradable lectura.   Asimismo agradezco el oportuno apoyo y gestiones de los colegas Mtro. Luis Raúl Salvadó, Dra. Silvia Osorio, Dr. Víctor Gálvez Borrell y Dr. Edelberto Torres Rivas por alentar en todo momento su inclusión dentro del programa de publicaciones de FLACSO, refrendando así su sostenido itinerario de compromiso académico y social con el país al publicarse este trabajo.   Por un compromiso de honestidad personal e intelectual, no debe dejar de señalarse que hubiéramos querido hacer una publicación que hiciera acopio de dos estudios previos de mayor extensión de quien suscribe y del autor del libro, quien tenía interés en agregar al trabajo otros materiales de archivo hasta hoy inéditos que no pudieron ser incluidos en su primera edición:   la premura de los plazos editoriales y de ejecución presupuestaria siempre estarán reñidos con el detenimiento y tranquilidad que requiere la investigación histórica.              

El estudio se divide en cuatro secciones, cuyo contenido reseñaré a continuación, partiendo de aquellas informaciones testimoniales que contribuyen al enriquecimiento de nuestros conocimientos actuales sobre el régimen liberal, haciendo de este libro toda una herramienta de trabajo para el historiador e investigador social interesado en comprender e interpretar el siempre intrincado y decisivo, para nuestra actualidad, siglo XIX. 

El primer capítulo del libro, a solicitud de su autor,  no se ha tomado de la publicación original, sino del estudio titulado:  El desarrollo económico y social de Guatemala previo a 1871”, que fuera publicado en 1980 dentro de la compilación “Economía de Guatemala 1750-1940”, constituyéndose en una versión revisada del mismo.   Este capítulo, a partir de los informes de Stoll, aporta una detallada descripción de la organización administrativa de diversas comunidades del interior del país en los inicios del régimen liberal, mostrando los niveles de vinculación existentes entre el poder local y metropolitano en la que todavía coexistían las alcaldías indígena y ladina, controladas por el gobernador y el jefe político, principales bastiones del control social del régimen.[xiii]  También señala cómo la distribución desigual de las tierras entre estas comunidades provocó conflictos entre aquellas de mayores dimensiones y recursos que arrendaban sus tierras o prestaban dinero a otras menos favorecidas, situación que en muchos casos dio pie a apropiaciones violentas del territorio de estas últimas.[xiv]   Una información de sumo interés que consigna el informe de Stoll es la acusada dispersión territorial de las comunidades del oriente del país, lo que no posibilitó la ampliación de su circuito comercial.  Situación que debe tenerse en cuenta para entender las asonadas bélicas que desde esta región amenazaron el proyecto liberal desde los inicios mismos de la Federación, teniendo muchas de ellas motivaciones predominantemente económicas que eran alentadas por los terratenientes locales que veían amenazadas sus propiedades e influencia política.[xv]  Importante es la mención que se hace en este capítulo sobre el cultivo extensivo del maíz,[xvi] cuya modalidad pervive hasta la actualidad, sorprendiéndonos al constatar cómo en esta época la actividad agrícola registraba aún poco uso de la tracción animal.  Stoll desarrolla una detallada descripción acerca de la importancia de los cultivos de subsistencia y la creciente presencia del algodón dentro del agro nacional.  Hay una por de más interesante mención a la elaboración de artesanías en el área de Chinautla y a la recolección de hielo en el altiplano y en el volcán de agua para la elaboración de nieves,[xvii] datos que permiten constatar cuán detallados son estos informes.   No dejo de destacar la mención al desarrollo de la manufactura de artículos de paja, especialmente sombreros, cuyo desarrollo está directamente ligado a la expansión cafetalera.[xviii]   Esta sección del libro se detiene en la descripción y análisis acerca de la existencia de pequeños productores agrícolas que no se incorporaron al cultivo intensivo y racional del café a pesar de las medidas gubernamentales que generalizaron su desarrollo.  Estos productores permanecieron fuera del contorno de la expansión cafetalera, información con la que el Prof. Castellanos Cambranes, asintiendo con los criterios del Prof. Dr. Julio César Pinto Soria,[xix]  cuestiona las teorizaciones del Dr. Severo Martínez Peláez en “La Patria del Criollo” al señalar cómo muchos de ellos no estuvieron afectos a la composición de tierras.  Esta situación de ninguna manera impidió la generalización de una expansión cafetalera sostenida por mano de obra coactiva semi-gratuita, pero demuestra con claridad las enormes limitaciones metodológicas que implica una interpretación de la Historia referida a una periodización basada en los modos de producción que ha sido en la actualidad totalmente superada a la luz de la nueva Historia económica que hace debido acopio de los aportes de la econometría y la teoría económica en la comprensión de nuestro pasado.  Esta  interpretación mecánica de la Historia, basada en la denominada por los marxistas analíticos explicación funcional de su desarrollo por estadios, no estaba en posibilidad de admitir que la capitalización comercial de la tierra estuviera basada en la utilización de mano de obra coactiva semi-gratuita.  Debido a que dentro de esta concepción de la Historia se pasa de una etapa a otra a partir de características inmodificables, no podía admitirse una comprensión del desarrollo económico del país que es hoy ampliamente aceptada a la luz de las investigaciones realizadas sobre el régimen liberal de los últimos veinte años.[xx] La pervivencia de mano de obra coactiva semi-gratuita dentro de una capitalización comercial de la tierra como efectivamente sucedió en nuestro país a partir de 1871, indica la progresiva inserción de Guatemala en el sistema capitalista internacional, lo que el Prof. Tulio Halperin Donghi denomina <<el orden neocolonial>>,[xxi] que a pesar de la pervivencia de formas de trabajo que efectivamente actualizan la colonia, no impide el desarrollo capitalista ulterior de los países latinoamericanos al desplazarse su dependencia económica de España hacia Estados Unidos y Gran Bretaña, principales impulsores del capitalismo de expansión desde inicios del siglo XIX.[xxii]   Aparte de hacer referencia al desarrollo de la caficultura, los informes de Stoll dan cuenta también del desarrollo del cultivo y procesamiento de azúcar a gran escala, temática sobre la que próximamente la Profa. Regina Wagner va a publicar una investigación más detallada al respecto[xxiii] y que no debe dejar de tenerse en cuenta en la comprensión del desarrollo del capitalismo agrario en el país.   Sabiendo que aún en la actualidad contamos con pocas investigaciones sobre la situación de la región oriental de Guatemala durante el régimen liberal, el capítulo aporta interesantes informaciones acerca del cultivo del añil en las poblaciones de Jutiapa, Mita y Güija, las que hacia 1874, se constituían en el corredor comercial natural del producto con el pujante occidente salvadoreño.[xxiv]  El cultivo del tabaco estuvo localizado durante todo este período en Zacapa, manteniéndose como monopolio del Estado, situación que motivó el contrabando del producto desde El Salvador y que se hizo extensivo a otra gran cantidad de productos, poniendo en verdaderos aprietos económicos a  comerciantes alemanes como Augener, quien informa acerca de su interés en comercializar el producto hacia Alemania.   El mismo Augener presenta un extraordinariamente detallado informe de la actividad ganadera, orientada fundamentalmente a la exportación de cueros.[xxv]   Estos informes se extienden a otras actividades económicas como el comercio de la lana, señalando cómo la actividad agiotista, legado directo del régimen conservador, tiene gran importancia dentro del desarrollo económico del país y que por supuesto, se constituía en un obstáculo para la expansión de sus intereses comerciales.   Esta sección del trabajo permite al lector percatarse de la enorme importancia que llegó a tener el comercio extranjero antes y durante el régimen liberal.   Su creciente actividad llegó a constituirse también en una creciente demanda por transformar la actividad económica del país por medio de la expansión cafetalera:  una verdadera amenaza para los privilegios de las élites tradicionales que se beneficiaban del monopolio de la grana.   

A este respecto, ya en el segundo capítulo del libro denominado: “El derrocamiento de la dictadura conservadora”, Gustav Bernouilli retrata con extraordinario detenimiento las condiciones económicas y políticas que darían pie a la denominada Reforma Liberal de 1871,[xxvi] ofreciendo información testimonial que difícilmente se puede encontrar en otros escritos de esta misma naturaleza y que, a mi manera de entender, se podría equiparar únicamente a los que elaborara quien fuera Ministro de Fomento de Barrios, Francisco Lainfiesta.[xxvii]     

El tercer capítulo del estudio titulado: “La revolución de los liberales”, cuya amplia extensión en sus informaciones es sin duda un deleite para los que nos dedicamos al estudio del régimen liberal, no solamente hace acopio de la diversidad de informes citados al inicio de la presente introducción; sino que propone también un intento de interpretación acerca de sus repercusiones para la vida económica y política nacional actual, la que todavía es reflejo de la construcción de un Estado nacional que fue llevado a cabo por esta segunda generación de liberales en 1871.  Debe resaltarse cómo los informes de Augener, dan cuenta de las distintas facciones y grupos que componían el movimiento liberal,[xxviii] situación que es fundamental para superar las habituales comprensiones homogenizadoras que en nuestra historiografía han predominado sobre los diversos actores y movimientos políticos que protagonizaron nuestra Historia republicana.   Hay una descripción bastante extensa de las medidas anticlericales de Barrios como uno de los bastiones fundamentales del proyecto político liberal, cuyo éxito termina por afianzar su hegemonía dentro del movimiento para desplazar de la presidencia de la República a un ya desgastado políticamente Miguel García Granados.[xxix] Augener señala a este respecto que Justo Rufino Barrios “se ha lanzado a dictador”.[xxx]   La instauración del proyecto liberal no se desarrolló sin sobresaltos como muy bien lo reseña el comerciante alemán Doeding, quien describe con detenimiento la oposición que los liberales enfrentaban cotidianamente por parte de aquellos que habían estado en el gobierno caído.[xxxi]  No obstante, el aumento de su influencia política se debió de manera decisiva al resquebrajamiento que éstos hicieron sobre el poder económico y político de la Iglesia Católica, temática de la que hago una revisión más detallada en mi disertación doctoral que espero publicar más adelante.[xxxii]  Los informes de estos comerciantes describen la crueldad de Justo Rufino Barrios en su manera de conducir el Estado imponiendo su voluntad, referida enteramente a sus preferencias personales y estado de ánimo.  El régimen liberal por su medio y el de sus correligionarios instalados en las jefaturas políticas y el ejército recién fundado en 1877, hizo un brutal despliegue de autoritarismo, herencia que como sociedad aún arrastramos y al cual apelamos como única fórmula de instauración de la paz social.[xxxiii]  Augener destaca cómo el poder de esta dictadura descansó en gran medida en el control social ejercido por los jefes políticos y efectivos militares quienes ejercían simple y llanamente de espías,[xxxiv] teniendo ante nosotros otra temática poco explorada dentro de la historiografía nacional sobre el régimen liberal.   Gran parte de este capítulo está dedicada a describir y analizar la política económica gubernamental basada en impuestos aduanales y los denominados ‘préstamos voluntarios’ que el régimen hacía a las casas comerciales para financiar la campaña unionista, emitiendo una diversidad de medidas que llegaron a afectar sustancialmente los intereses de las casas comerciales alemanas, españolas y francesas situadas en el país.[xxxv]  Si bien toda esta información reviste gran importancia para la comprensión del proyecto liberal de 1871, queda pendiente una pregunta fundamental a la cual el Prof. Castellanos Cambranes da una explicación pertinente en el estudio:   ¿Qué pasa durante este período con la élite conservadora terrateniente?   Los informes consignados, dan cuenta de que estas élites efectivamente fueron desplazadas del poder político, pero el ascenso económico y social de los nuevos gobernantes del país que se transforman también en una nueva élite terrateniente, terminan por favorecer la protección de sus privilegios estamentales de antaño.[xxxvi]  El clientelismo político y la dilapidación del erario público de ninguna manera es una práctica política de nuestra contemporaneidad.  En este capítulo, Augener hace importantes menciones acerca de cómo esta nueva burguesía agroexportadora gobernante utiliza su poder económico y político para favorecer a sus correligionarios, aduladores, amigos y parientes cercanos, llegando a calcular que la plana mayor del régimen se apropia anualmente de un estimado de 5 millones de dólares estadounidenses, una cifra de grandes dimensiones para el período de estudio.  El comerciante alemán Erckert aporta importantes informaciones acerca de los inicios del cultivo del banano a finales del siglo XIX en las áreas que no eran aptas para la caficultura, dando así inicio a la formación de proletariado agrícola que sustentó otra de las que llegaría a ser una de las principales actividades económicas del país que fue instrumento de la intervención estadounidense en la vida política de la región centroamericana a inicios del siglo XX.[xxxvii]  Los informes de Erckert le permiten al autor del libro caracterizar el proceso de acumulación de la propiedad agraria, denominado en el estudio como polarización de la propiedad de la tierra, proceso en el que los comerciantes y finqueros alemanes llegaron a apropiarse, favorecidos por el gobierno, de una extensión equivalente al 3.7% del territorio nacional.[xxxviii]   Esta constatación permite comprender cómo la propiedad eclesiástica expropiada, la que según mis recientes investigaciones era predominantemente urbana,[xxxix] no consiguió satisfacer las expectativas de rápido enriquecimiento de los liberales, por lo que se hizo necesario ampliar el fenómeno expropiatorio por medio de la enajenación de enormes extensiones territoriales que incluían propiedades comunales, como fue el caso de las 2000 caballerías enajenadas en la Costa Cuca y El Palmar en 1873 y de las que la élite en el poder obtuvo grandes beneficios.  Lo vertido con anterioridad posibilitó el desarrollo de un mercado de tierras, encontrándonos por medio de las informaciones de Erckert, con que el precio de una caballería en 1873 ascendía a 50 pesos, llegando a costar en 1877 la suma de 500 pesos, registrando un colosal aumento del 250%.[xl]   Como es bien sabido, estas prácticas expropiatorias se dirigieron fundamentalmente a la destrucción de la propiedad comunal por medio de la supresión de censo enfitéutico a fin de dotar de un precio de mercado a estas tierras.  Con estas transacciones se quiso desarrollar la Banca Nacional, proyecto que fracasa debido a que el plusproducto generado por la caficultura iba a parar a bancos y entidades financieras extranjeras, principalmente alemanas, situación que muestra el por qué no fue posible el desarrollo local del capitalismo:  desde sus mismos inicios dependió casi totalmente de las pautaciones del mercado exterior.   La expansión de la caficultura requería de amplios contingentes de mano de obra, por lo cual el Estado por medio de la Ley de Mandamientos y el Reglamento de Jornaleros actualizó los mecanismos de trabajo forzado de la población indígena para posibilitar la capitalización de la propiedad agraria.  De aquí que las prácticas expropiatorias implicaron derivadamente una apropiación no sólo de la tierra, sino también de sus habitantes.[xli]  El trabajo forzado de los indígenas se vio también legitimado por la apelación que los liberales hicieron a la inferioridad biológica y psicológica del indio, la cual justificaba su explotación.   Sobre este particular no debe dejar de señalarse cómo los autores de estos informes asienten con esta idea que lamentablemente pervive en nuestro imaginario social actual.[xlii]  Así las cosas, el Estado nacional guatemalteco se organiza a partir de la finca, actualizando viejas relaciones de servidumbre que por medio de la Ley de Mandamientos asegura la explotación capitalista de la propiedad agraria.   Los informes contenidos en el libro hacen mención de los intentos de algunos miembros del gobierno y comerciantes extranjeros por diversificar la agricultura con cultivos como el arroz y la uva entre muchos otros,[xliii] los cuales fracasaron, ya que  las expectativas del mismo gobierno y de la mayoría de casas comerciales siguió orientada indefectiblemente a la caficultura, ahondando así la enorme dependencia de la actividad económica nacional del capital extranjero.[xliv]   Como ya se había señalado anteriormente, la política económica del gobierno liberal no benefició siempre los intereses comerciales extranjeros a causa de las ensoñaciones de poder de Justo Rufino Barrios para extender su hegemonía política dentro de la región centroamericana apelando al unionismo.   Para satisfacer estos intereses políticos de un gobierno en permanente iliquidez, las casas comerciales extranjeras, siendo las más importantes las de capital alemán, terminaron financiando estas guerras por medio de constantes aumentos de las tributaciones y aranceles de sus productos, principalmente por medio de los denominados irrisoriamente ‘préstamos voluntarios’, cuya deuda de diversas maneras el gobierno siempre evitó pagar.   El comerciante alemán Doeding brinda un pormenorizado informe de esta situación a la cancillería alemana, llegando a presentar un sendo memorial al Ministro de Hacienda, José María Samayoa, por la insostenible situación de descapitalización en la que se vieron envueltas las casas comerciales extranjeras.  Este asunto provocó enormes desavenencias entre Doeding y Samayoa, lo que en diversos momentos conduciría a los personeros del imperio alemán a considerar una intervención más directa en el asunto.[xlv]   La situación llegó a su punto más álgido cuando se emiten en 1879 los denominados ‘Bonos de deuda interior’, los cuales aumentaban los gravámenes de mercancías estacionadas en los puertos que habían sido pagados antes a otros precios y aranceles.  Esta situación irritó enormemente a los comerciantes alemanes establecidos en el país, quienes como reseña Doeding, asistían a una dilapidación del erario público de tales dimensiones que llevó al Estado de Guatemala, otrora el más próspero de la región centroamericana, a la bancarrota total.[xlvi]   Otro de los obstáculos que veía Doeding para ampliar los intereses comerciales alemanes en Guatemala era el fracaso de la política monetaria del gobierno:   sus disposiciones no terminaron por abolir el uso de la moneda macuquina y la moneda de emisión local no tuvo nunca un funcionamiento real dado que los comerciantes la exportaban a otros países a cambio de otras provenientes de sudamérica con menor contenido de plata.[xlvii]   No debe dejar de resaltarse que las informaciones sobre esta temática son una referencia de primera mano para ampliar el estudio de la Historia monetaria del país y para comprender la división de las unidades monetarias vigentes. 

En el cuarto capítulo del libro, el Prof. Castellanos Cambranes, pone en dura sospecha la caracterización habitual de la reforma liberal como una revolución.   Las evidencias históricas sobre el desarrollo y características de este movimiento desarrolladas anteriormente, nos eximen de mayores precisiones metodológicas a este respecto.  Ahora, esto no impide inferir que la denominada Reforma Liberal de 1871, conmemoración histórica afortunadamente hoy más devaluada al constatarse en el espacio público su legado racista y excluyente para la actualidad nacional, se constituyó en una plataforma para satisfacer los intereses de control del aparato estatal por parte de grupos de comerciantes capitalinos y de propietarios de plantaciones ávidos de tierras de y de mano obra servil.   Estas transformaciones irían acompañadas de un socavamiento del poder político y en menor medida, del poder económico de la Iglesia Católica, la cual según lo consigna este estudio, se constituía en el principal bastión de legitimación del régimen conservador.  La secularización del Estado guatemalteco fue radical al tomar los liberales el control de la educación e impulsar la venida de Iglesias protestantes al país.   No quedan dudas acerca de la relación directa existente entre el aumento del prestigio político de los liberales con la disminución de la influencia social y política de la Iglesia sobre la población.  Esta situación como bien lo demuestra el estudio, no obstó el mantenimiento de las posibilidades de una reacción conservadora y clerical en pos de recuperar el poder perdido, pero esta segunda generación de liberales por medio de su brutal autoritarismo impuso exitosamente  su proyecto político por todos los medios a su alcance.   La añeja élite conservadora fue desplazada del poder político para dar lugar al surgimiento a nueva élite emergente agropexportadora que lideraría la conducción del Estado nacional guatemalteco cuyo legado económico y político de exclusión en todos los órdenes pervive hasta hoy y que tuvo su única crisis significativa con el derrocamiento del régimen ubiquista.  Vemos entonces constituirse un aparato estatal con una composición, como apunta el Prof. Castellanos Cambranes, que es contradictoria, al estar formado por sectores capitalistas y sus representantes y por grupos que no son más que la continuación en el poder de las élites tradicionales junto a algunos representantes allegados al clero.   A la luz del desarrollo de los aportes metodológicos de la investigación histórica contemporánea, asistimos a un proceso de circulación y ampliación de las élites gobernantes del país en favor de este sector de propietarios medios y mestizos del suroccidente que vieron en su asonada bélica el cumplimiento de sus aspiraciones de ascenso social y político que les permitiera constituirse, al igual que sus antecesores en el poder, en el nuevo sector social latifundista del país.     

En este contexto, la Reforma Liberal de 1871 se constituye en el proceso histórico de imprescindible referencia dentro del espacio público de Guatemala para la comprensión de su estructuración como Estado Nacional ‘moderno’.  Si bien el trabajo del Prof. Castellanos Cambranes:   Café y Campesinos publicado en Madrid en 1996, se constituye en una de las aportaciones más consistentes dentro de la historiografía nacional y centroamericana en la interpretación comprensiva de las condiciones generales previas y de las motivaciones económicas y políticas que impulsaron el proceso de instauración del modelo de plantación cafetalera intensiva en Guatemala en la segunda mitad del siglo XIX;[xlviii] el estudio que hoy sometemos a consideración del lector, me atrevo a señalarlo, ofrece las mismas posibilidades de enriquecer nuestros conocimientos acerca de uno de los procesos históricos más decisivos de nuestra vida republicana.Los nuevos tiempos de institucionalidad democrática deberán permitir que la Historia siga siendo conocimiento y compromiso, un compromiso por explicar aquel conjunto de experiencias que permitan construir una sociedad incluyente y basada en el respecto a las garantías sociales más fundamentales en el marco de un estado social de derecho, en cuya organización cada uno de sus componentes nos sintamos plenamente representados.  Todo conocimiento histórico debe permitirnos, en definitiva, construir una nueva sociedad, una sociedad en la que la memoria de aquellas experiencias que contribuyeron a fragmentarla y a destruirla nunca vuelvan a repetirse.  

Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2006  


[i] Diploma de Estudios a profundidad y Doctorado en Historia (Universidad Pablo de Olavide.  Sevilla; España).  Enseña Historia Contemporánea en la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala y es Profesor Visitante del Doctorado en Filosofía Iberoamericana de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas –UCA- de El Salvador, del Postgrado de Historia de la Universidad de Costa Rica y del Postgrado Centroamericano en Ciencias Sociales de FLACSO.  Contacto:   josecalmontoya@gmail.com 

[ii] Durante el largo siglo XIX, el siglo de la modernidad triunfante, hemos vivido y pensado con arreglo al modelo de la sociedad nacional y de clases a la que terminamos por convertir en la expresión concreta de la modernidad.  La modernidad se define por el aumento de los intercambios, el desarrollo de la producción, la creciente participación en la vida política y la formación de naciones y estados nacionales.  Un siglo después, comprobamos dentro de este legado lo que Daniel Bell llamó las contradicciones culturales del capitalismo, en la divergencia creciente de normas que rigen la producción, el consumo y la política.  Cf.  Alain Touraine: “El sentido de la historia y la modernidad en crisis”.  En:  Crítica de la Modernidad.  México,  Fondo de Cultura Económica, 1994.  pp.  65-105  José Guilherme Merquior.  “Las raíces del Liberalismo”.  En:    Liberalismo viejo y nuevo.  México,   Fondo de Cultura Económica, 1993.  pp.  32-58  

[iii] Cf.  Robert Tombs:   Política”.  En:  T.C.W.  Blanning (ed.):   El siglo XIX.  Europa 1789-1914.  Barcelona, Editorial Crítica, 2002. [iv] Cf.  Julio Castellanos Cambranes:  Café y campesinos   Los orígenes de la economía de plantación moderna en Guatemala, 1853-1897.  Madrid,  Editorial Catriel, 1996.  p.  97 [v] Cf.  Jorge Mario García Laguardia:  La Reforma Liberal en Guatemala.  Vida política y orden constitucional.  México,  Universidad Nacional Autónoma de México, 1980.  pp.  191-205    

[vi] ‘Crusandose los indios y ladinos con los españoles y suisos, los alemanes é ingleses que vengan a poblar América se acabarán las castas, división sensible entre los pueblos: será homogénea la población:  habrá unidad en las sociedades: seran unos los elementos que las compongan.’  Cf.  Escritos del Licenciado José Cecilio del Valle.  El Amigo de la Patria.  (Tomo Segundo – Del número 1 al número 24)  Guatemala,  Editorial José de Pineda Ibarra, 1969.  pp.  171-192.   Cf.  Bienvenido Argueta Hernández:   Nación, ciencia y poder.   Los discursos intelectuales del racismo en Guatemala (1885-1920).  Guatemala, Universidad Rafael Landívar, 2005 [en prensa]. 

[vii] Cf.  Julio Pinto Soria:  “Dominación, mentalidad y cambio en Guatemala.  –Aspectos históricos de una problemática actual-“.  (Boletín No. 19 – Agosto 1993)  Guatemala,  Universidad de San Carlos de Guatemala – Centro de Estudios Urbanos y Regionales –CEUR-.   

[viii] Cf.  Helen Sanborn:   Un invierno en Centroamérica y México. (Trad. Eugenia de Fairhurst)  Guatemala, Comercial Pamplona, 1996.  Otros relatos o informaciones personales de visitantes extranjeros durante el período liberal serían:  Cf.  Gustav August Eisen:  “Un viaje por Guatemala” En:  Mesoamérica.  (Nos. 11 y 13 – Junio y Diciembre de 1986 y Junio de 1987) Guatemala, CIRMA-Plumsock Mesoamerican Studies –PMS-.  pp.  155-173. 417-435. 205-242.  William T. Penney: “Notas y comentarios sobre acontecimientos y experiencias vividos durante mis viajes por México y Centroamérica”.  En:  Mesoamérica.  (No. 16 – Diciembre de 1988). Guatemala, CIRMA-Plumsock Mesoamerican Studies –PMS-.  pp.  361-378.  Ian Graham:  “Notas de Alfred P. Maudslay en Quiriguá, 1883”.  En:  Mesoamérica.   (No. 4 – Diciembre de 1982) Guatemala, CIRMA-Plumsock Mesoamerican Studies –PMS-.  pp.  430-442.  Ricardo Toledo Palomo:  “Tres escritos sobre Guatemala del colombiano doctor Mariano Ospina”.  En  Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala.  (LXXVIII)  Guatemala, 2003.  pp.  77-106Es importante citar los trabajos publicados por los extranjeros que visitaron Guatemala entre 1824 y 1871:  Cf.  George Alexander Thompson:  Narración de una Visita Oficial a Guatemala viniendo de México en el año de 1825.  Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala.  (No. 3 – Traducción de Ricardo Fernández Guardia) Guatemala,  1926-1927.  James Wilson:  Breve Memoria de la vida de James Wilson durante su residencia en Guatemala en 1825.  (Traducción de Jorge Skinner-Kleé) Guatemala, 1999.  Jacobus Haefkens:  Viaje a Guatemala y Centroamérica.  (Traducción de Teodora J. M. Van Lottum- Serie Viajeros 1)  Guatemala,  Sociedad de Geografía e Historia – Universidad de San Carlos de Guatemala, 1969.  Henry Dunn:  Guatemala o las Provincias Unidas de Centro América durante 1827 a 1828; siendo Bosquejos y memorandums hechos durante una residencia de doce meses en Aquella República.  Guatemala,  Tipografía Nacional, 1960.  George Washington Montgomery:  Narrative of a Journey to Guatemala in Central America in 1838.  New York, Wiley and Putman, 1839.  John Lloyd Stephens:  Incidentes de viaje en Centroamérica, Chiapas y Yucatán.  (2 Tomos)  San José,  Editorial Universitaria Centroamericana -EDUCA-, 1971.    Frederick Crowe:  La Biblia en Guatemala.  Narrativa de Federico Crowe, 1841-1846. Aberdeen, Maryland, David Escobar, 1986.  Arthur Morelet:  Viaje a América Central (Yucatán y Guatemala). (Serie Viajeros 2)  Guatemala,  Academia de Geografía e Historia de Guatemala, 1990.  Se encuentran también importantes informaciones sobre la Guatemala del S. XIX en los libros escritos por Elisha Oscar Crosby -publicado en 1945-; Robert Glasgow Dunlop –publicado en 1847-, Frederick Catherwood y John Baily –publicados en 1850-.  William Brigham escribe una guía de viaje que reúne informaciones igualmente valiosas en su trabajo “Guatemala:  the Land of the Quetzal” (1887).  El relato de los esposos Maudslay (Alfred y Anne), concretamente el de su esposa contenido en su diario de viaje titulado Biología Centrali-Americana, reseña informaciones sumamente detalladas de su periplo en Guatemala por motivo de las expediciones arqueológicas de su esposo, encontrando varios artículos que él escribió a partir de sus experiencias de viaje anteriores por Guatemala y Honduras.   Cf.  William J. Griffith.  “Historiografía”.  En:  Historia General de Guatemala.  (Tomo IV – Desde la República Federal hasta 1898)  Guatemala,  Asociación de Amigos del País – Fundación para la Cultura y el Desarrollo, 1997.  pp.  767-778.  Cf.  Jordana Dym:  “La reconciliación de la historia y la modernidad:   George Thompson, Henry Dunn y Frederick Crowe, tres viajeros británicos en Centroamérica, 1825-1845”. En:  Mesoamérica  (No. 40 – Diciembre de 2000). Guatemala, CIRMA-Plumsock Mesoamerican Studies –PMS-.  pp.  142-181Otras aportaciones a esta temática son (todas publicadas en la Revista Mesoamérica):   Karl Von Scherzer:  “Las tribus indígenas de Guatemala”.  En:  Mesoamérica 1 (1980):  251-273.  Karl Sapper:  “Un viaje al nuevo mundo”.  En:  Mesoamérica 2 (1981):  153-169.  Marie Landry:  “Una carta desde el trópico:  inundaciones en Guatemala en 1900”.  En:  Mesoamérica 4 (diciembre de 1982):  421-429.  Miguel de Prado:   “Guatemala:   Estados Unidos de Centroamérica”.    En:  Mesoamérica 17 (junio de 1989):  105-119.  Arturo Taracena Arriola:   “Guatemala y el ferrocarril interoceánico (Fragmento de una carta de Enrique Palacios D.)”.    En:  Mesoamérica 16 (diciembre de 1988):  379-388.  “Un testimonio francés del triunfo liberal de 1829:  el papel del Doctor Mariano Gálvez”.   En:  Mesoamérica 23 (junio de 1992):  143-156.  Christopher Lutz:  “Un científico sueco en Centroamérica:   Carl Vilhelm Hartman (1862-1941)” .  En:  Mesoamérica 41 (junio de 2001):  138-145.  Aldo Lauria Santiago:   “Trabajan para vivir:  descripción de El Salvador por John Newbigging en la década de 1880”.    En:  Mesoamérica 43 (junio de 2002):  104-133. 

[ix] Estos conjuntos documentales fueron revisados, traducidos y sistematizados minuciosamente por el Prof. Castellanos Cambranes a finales de los años sesenta en los archivos de las ciudades alemanas de Merzeburgo y Postdam.  Gran parte del contenido de este estudio forma parte de sus tesis de grado leída en la Universidad Karl Marx de Leipzig en 1970, bajo dirección de los Profs. Manfred Kossok y Walter Markov.   Hasta la fecha, es de los pocos trabajos existentes sobre Historia centroamericana que hacen acopio de documentación sita en archivos europeos, la cual es bastante abundante y todavía insuficientemente inexplorada. 

[x] Cf. José Cal:  Liberalismo, Estado e Iglesia en Guatemala (1871-1885):   Historia de una ruptura.  Tesis doctoral. Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, Departamento de Geografía, Filosofía e Historia, 2005.Dando continuidad a las reflexiones de la nota anterior, este estudio propone una revisión de la tesis de doctorado del Prof. Hubert Miller, publicada en español en 1970 sobre la misma temática, a la luz de importantes conjuntos documentales sitos en el Archivo Secreto Vaticano, el Archivo de la Secretaría de Estado del Vaticano, el Archivo Histórico de la Compañía de Jesús y el Archivo Histórico Nacional de Madrid. 

[xi] Una revisión más detallada de esta temática se encuentra en mi investigación de doctorado:   Los estudios históricos recientes sobre la Reforma Liberal de 1871 en Guatemala.  Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, Departamento de Geografía, Filosofía e Historia, 2003. 

[xii] La compilación:  Economía de Guatemala 1750-1940,  realizada por el colega Jorge Luján Muñoz en 1980 Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala – Facultad de Humanidades), es otra importante reunión de materiales de estudio sobre la Historia nacional cuya escasez de ejemplares justifica una reedición, reflexión que se hace extensiva a otra que se titula:   Economía de Guatemala en los siglos XVIII y XIX, publicada en 1971 (Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala). 

[xiii] Cf.  Julio Catellanos Cambranes:  “El desarrollo económico y social de Guatemala previo a 1871”.  En: Jorge Luján Muñoz (ed.):   Economía de Guatemala, 1750-1940.  Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala – Facultad de Humanidades, 1980.  pp. 119-167. 

[xiv] Op. Cit.  pp. 128-129 

[xv] Op.  Cit.  p. 132 

[xvi] Op.  Cit.  p. 135 

[xvii] Op. Cit.  pp. 138-139.  Aspecto que también menciona John Lloyd Stephens:  Op.  Cit. 

[xviii] Op.  Cit.  p. 139 

[xix] Cf.  Julio César Pinto Soria:  Estructura agraria y asentamiento en la Capitanía General de Guatemala.  Guatemala, Editorial Universitaria, 1981. 

[xx] Cf.  David McCreery:  Rural Guatemala 1760-1940.  Stanford, California, Stanford University Press, 1994.   

[xxi] Cf.  Tulio Halperin Donghi:  Historia Contemporánea de América Latina.  Madrid, Alianza Editorial, 2002.  p. 236 

[xxii] Op.  Cit.  El desarrollo económico…p. 146.  Cf.  Ciro F. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli: Historia económica de América Latina.  (Volumen II. Economías de Exportación y Economía Capitalista)  Barcelona, Editorial Crítica, 1999.  pp.  58-62.   

[xxiii] Cf.  Regina Wagner:  Historia del azúcar en Guatemala.   Guatemala, ASAZGUA, 2006 [en prensa]. 

[xxiv]  Op.  Cit.  Castellanos Cambranes:   El desarrollo económico…p. 154

 

[xxv] Loc. Cit.

[xxvi]  Op.  Cit.  pp. 161-162

[xxvii] Cf.  Francisco Lainfiesta:  Apuntamientos para la Historia de Guatemala.  Guatemala,  Editorial José de Pineda Ibarra, 1975. 

[xxviii] Cf.  Julio Castellanos Cambranes:  Desarrollo económico y social de Guatemala 1868-85.  Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala – IIES, 1975.  p. 71 

[xxix] Op.  Cit.  p. 73 

[xxx] Op. Cit.  p. 77 

[xxxi] Op. Cit.  p. 76 

[xxxii] Op.  Cit.  Cal:  Liberalismo, Estado e Iglesia… 

[xxxiii] Op.  Cit. Castellanos Cambranes:   Desarrollo económico y social… p. 83 

[xxxiv] Op.  Cit.  p. 86

[xxxv] Loc. Cit.

[xxxvi] Op.  Cit.  p. 89

[xxxvii] Op.  Cit.  p. 91

[xxxviii] Op.  Cit.  p. 94

[xxxix] Op.  Cit.  Cal:  Liberalismo, Estado e Iglesia…

[xl] Op.  Cit.  Castellanos Cambranes:   Desarrollo económico y social… p. 93

[xli] Op.  Cit. p. 98

[xlii] Op.  Cit. p. 100

[xliii] Op.  Cit. p. 108

[xliv] Op.  Cit. p. 117

[xlv] Op.  Cit. pp. 124-125.  Cf.  Julio Castellanos Cambranes:  El Imperialismo alemán en Guatemala.   El Tratado de Comercio de 1887.  Guatemala, Editorial Universitaria, 1977.

[xlvi] Op.  Cit.  Castellanos Cambranes:  Desarrollo económico y social…p. 142

[xlvii] Op.  Cit.   pp. 148-149

[xlviii] Op.  Cit.  Cal:  Los estudios históricos recientes…

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